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2-Istoria ramane pasiunea mea nr-1!
El legendario encuentro entre Aníbal y Escipión en Éfeso, resultó que Aníbal estaba allí por entonces, hizo cuanto pudo para entrevistarse con él, enterarse de sus planes futuros y, a ser posible, alejar de su mente cualquier temor de que le amenazase algún peligro de Roma.
En el 193 a.C., Escipión fue incluido en una delegación del Senado cuya misión era hacer una visita a Siria e intentar negociar un acuerdo con Antíoco que evitase una guerra que parecía cada vez más insalvable. Ambos bandos se vieron en la ciudad de Éfeso, ya que el rey seleúcida había iniciado su campaña por Pisidia (la parte sureste de Asia Menor) y había establecido allí su cuartel general. Fue entonces cuando el romano se encontró cara a cara con su viejo adversario cartaginés, manteniendo una memorable conversación. Veamos cómo lo cuenta Tito Livio en Ab urbe condita (Liber XXXV, 14):
Nada más se discutió en las entrevistas, pero sí tuvieron un resultado que, aunque sin intención, pareció deliberadamente buscado, pues hizo disminuir la influencia de Aníbal sobre el rey y atrajo la sospecha sobre cuanto decía o hacía. Claudio, siguiendo los libros escritos en griego de Acilio, dice que Publio Africano fue uno de los delegados y que mantuvo conversaciones con Aníbal en Éfeso; recogiendo, incluso, una de estas.
Africano preguntó a Aníbal quién había sido, en su opinión, el más grande general; su respuesta fue “Alejandro de Macedonia, pues con un puñado de hombres derrotó a innumerables ejércitos y recorrió las partes más distantes del mundo, que ningún hombre esperaba visitar“.
Africano le preguntó a quién pondría en segundo lugar, y Aníbal respondió: “A Pirro, porque fue el primero en enseñar cómo disponer un campamento y, además, porque nadie mostró tanta inteligencia en la elección de posiciones y en la disposición de las tropas. Poseía también el arte de atraerse a la gente, al punto que logró que los pueblos de Italia prefirieran el dominio de un rey extranjero al del pueblo romano, que durante tanto tiempo había estado a la cabeza de aquel país“.
Al volverle a preguntar Escipión a quién consideraba el tercero, Aníbal, sin ninguna duda, respondió: “Yo mismo“. Riendo abiertamente, Escipión le preguntó: “¿Qué dirías si me hubieras vencido?” “Pues la verdad; en ese caso, respondió Aníbal, debería ponerme por delante de Alejandro y de Pirro y de todos los demás generales“.
Esta respuesta, dicha con aquella astucia cartaginesa y a modo de sorprendente halago, impresionó a Escipión, pues lo había colocado aparte del resto de generales, como si no admitiera comparación.
- Referencia La Brújula Verde
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