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2-Istoria ramane pasiunea mea nr-1!
23 de junio del 79. Muere Vespasiano, el anciano general que trajo el orden tras el caos.
1º. Vespasiano ascendió al poder en una circunstancias complicadas. El próspero gobierno inicial de Nerón se vino al traste por una crisis económica hacia el 58, se agravó por la guerra contra los partos (58-62), la revuelta britana (61), el incendio de Roma (64) y la revuelta judía (66-71), una crisis de carestía (68), y una devaluación de la moneda de oro y plata que provocó inflación. Dado que cerca del 70% del gasto del Imperio era pagar al ejército, y por tanto, las legiones las principales receptoras de esa moneda devaluada, la pérdida de poder adquisitivo de las legiones explica su profundo malestar y los desórdenes que protagonizaron en la breve guerra civil (68-9), conocida como el “Año de los 4 emperadores”, y el final de la dinastía Julio-Claudia. El resultado de todo ello era, según Suetonio, “la extrema penuria del Tesoro y el Fisco (…) necesitaba el Estado, para sostenerse, 4.000 millones de sestercios”. Por poner las cifras en perspectiva, Augusto dejó al morir 100 millones en las arcas, y Tiberio, 2.700 millones.
2º Vespasiano provenía de una familia de recaudadores y prestamistas, y ello sin duda influyó en sus planteamientos fiscales. Dado que el impacto de la guerra civil se redujo sobre todo a la Galia e Italia, y otras muchas provincias no se vieron afectadas, llevó a cabo una intensa política fiscal: racionalizó su administración, vigiló su eficiencia, ejerciendo un mayor control central, y gravó impuestos a todo: los más notables, por llamativos, el impuesto a la orina que se recogía para los tintes, y a las prostitutas (a razón de moneda por coito). Cuando su hijo Tito se quejó por ello, Vespasiano le puso una moneda bajo la nariz y le preguntó si olía a orina. Tito dijo que no, y Vespasiano le espetó: “Pecunia non olet”, “El dinero no huele”, como queriendo decir “¡Estamos arruinados, que más dará de donde salga el dinero!”. Pero todo ello le permitió rehacer las finanzas imperiales: la recaudación aumentó a más de 1.200 millones de sestercios anuales.
3º. Su política interna siguió las líneas de Augusto: extensión de la ciudadanía romana (en especial en Hispania), incorporación de las élites provinciales (en especial, galos e hispanos, como el padre de Trajano), construcción de edificios (el Coliseo y el Arco de Tito son los mejores ejemplos), fundación de colonias, etc. La relación con el Senado fue muy buena (después de cuatro emperadores anti-senatoriales como Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón). Pero ello oculta su clara política dinástica y monárquica: él y sus dos hijos acapararon el consulado, y Tito quedó asociado al poder como futuro heredero, y el emperador concentró mucho poder, aunque lo ejerció de forma benigna.
4º. La política militar fue otro de los problemas. Tras los desmanes de las legiones como “hacedoras de emperadores”, Vespasiano impuso de nuevo la disciplina: disolvió a las 4 legiones más levantiscas, que reemplazó por otras 3, alejó la tropa de Roma, las puso a construir calzadas, puentes, canales, fortificaciones... y, sobre todo, los apaciguó pagándoles en una moneda de calidad. En política exterior, su hijo Tito tomó Jerusalén (70) y Vespasiano exaltó el hecho de forma desmesurada para reforzar su propia dinastía (de hecho la guerra judía no terminó hasta el 73). Por las mismas fechas hubo de hacer frente a la importante rebelión de los bátavos, pueblo germano de lo que hoy sería Bélgica-Holanda, que actuaba como auxiliar de las legiones, y en la que se hubo de invertir importantes esfuerzos. También hubo tensiones con los partos. Y continuó la expansión imperial en los llamados “Campos decumates” (territorios entre el Rin y el Danubio), así como en Britania, donde el general Petilio Cerial (el que venció a los bátavos) y luego Cneo Julio Agrícola, continuaron sometiendo Britania. Finalmente, unas ciudades, regiones y reinos, antes sometidas a Roma pero auto-gobernadas, fueron reducidas a provincias.
5º. A Vespasiano no se le subió el poder a la cabeza: continuó siendo un hombre sencillo y poco pagado de si mismo, con ese humor socarrón que, como en otros aspectos, recordaba al de Augusto, y que conservó hasta el mismo final: habiendo contraído una inflamación intestinal que derivó en una aguda diarrea, y al sentirse morir, ordenó que lo pusiesen en pie; y en referencia a la costumbre de divinizar o convertir en dioses a algunos de los miembros de la anterior dinastía (Julio Cesar, Augusto, Tiberio, Livia, Antonia, Claudio), dijo: “Vae, puto deus fio” (“Vale, creo que me vuelvo dios”)... con la túnica llena de mierda. Así terminó sus días un hombre que trajo el orden tras el caos, dejó una buena salud económico, amplió las fronteras, y dejó las bases de la prosperidad durante un siglo.
PD. Espero que les haya gustado y que hayan aprendido algo. A los que os interesen, es importante que le deis a “seguir” o “me gusta” a la página original, para que el algoritmo os la muestre, y porque no siempre tengo tiempo de publicarlas en todos los grupos. Os dejo el enlace: https://www.facebook.com/profile.php?id=100085345680077 Gracias por leerme.
Atentamente, el autor ©Jose Miguel Delgado Valerio.
Fuentes clásicas: “Anales” e “Historias” de Tácito; “Vida de los Doce Césares” de Suetonio, “Historia romana”, de Dion Casio. “Antigüedades Judías” y “la guerra judía” de Flavio Josefo.
Fuentes modernas: “Roma” de Javier Cabrero y Félix Cordente. “Los Flavios” de F.J. Lomas, serie Historia del Mundo Antiguo nº 49 de Akal.
En las imágenes: (Wikipedia Commons) 1º Triunfo de Tito, con Vespasiano en primer plano (Autor: Lawrence Alma-Tadema, 1885); 2º Moneda con la imagen de Vespasiano acuñada tras su muerte. 3º El Anfiteatro Flavio o “Coliseo” (Autor: Kasa Fue); 4º El arco de Tito, de Jean-Pol Grandemont
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