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2-Istorua ramane pasiunea mea nr-1!
20-21 de febrero de -49. LA CLEMENCIA DE JULIO CESAR EN EL ASEDIO DE CORFINIUM.
1º. Cicerón en sus cartas da cuenta del temor generalizado: todos pensaba que Julio Cesar, tras cruzar el Rubicón, haría un baño de sangre, igual que en la guerra civil anterior había hecho su tío Mario (-86) e igual que hizo después Sila (-82/-81). Incluso cuando las tropas de Cesar se fueron comportando de forma moderada, sin saquear las ciudades que se iban uniendo a él una tras otra (a diferencia de Mario, que en el -87 saqueó brutalmente Ostia, que le había recibido vitoreándole), muchos temían que aquello era solo impostura.
2º. Habiendo tomado por sorpresa a sus enemigos, atacando con una sola legión (la XIII) al final del otoño (el calendario romano tenía un desfase de unos tres meses en esa época), sus rivales huyeron de Roma, ya que pese a que Pompeyo tenía a su mando dos legiones, ambas habían servido con Julio Cesar, y el resto de tropas reclutadas aun no estaban preparadas. Las pocas que se le enfrentaron fue vencidas: tan sólo la vanguardia de Cesar venció a las cohortes de Atio en Auximo, que desertaron. En consecuencia, Pompeyo ordenó que todas las fuerzas se reuniesen con él en Apulia, para formar una fuerza conjunta. Mientras Julio Cesar recibió el refuerzo de las XII legión. Marchó a Ausculum, donde el excónsul Lentulo Spinter huyó con 10 cohortes, la mayoría de las cuales desertaron.
3º Pompeyo envió al norte a Vibulio, que se hizo cargo de las tropas de Lentulo e Hirrio y otros contingentes, reuniendo 19 cohortes (unos 11.400 hombres, a razón de 600 hombres por cohorte, que en esa época era la unidad táctica de combate, por encima del manípulo y la centuria). Marchó a Corfinium, donde Domicio Enobarbo tenía 20 cohortes. Domicio Enobarbo era, junto con su cuñado Catón el Joven, el mayor enemigo de Julio Cesar: el Senado le había designado gobernador de la Galia, y estaba dispuesto a enfrentarse a Cesar. Por su rango de excónsul, tomó el mando y se dispuso a resistir, contra el criterio de Pompeyo.
4º. Julio Cesar llegó a Corfinium, expulsó a las 5 cohortes de Enobarbo que protegían el puente del río, y puso sitio a la estratégica y fortificada ciudad el 15 de febrero. Enobarbo tenía unos 24000 hombres, muchos más que Cesar: la XIII legión estaba completa, con unos 5000 hombres, pero la XII es probable que tuviese cerca de 3500, tras años de guerra en la Galia... pero todos eran fieros veteranos de más de 8 años de guerra. Enobarbo envió emisario a Pompeyo para que lo socorriese, diciendo que junto podrían aplastar a Cesar. Mientras, dispuso máquinas de asedio y prometió recompensas a los soldados de sus propias tierras (Enobarbo era un hombre riquísimo). Cicerón, escribiendo a su amigo Ático el día 18, confiaba en que Pompeyo le socorrería, estimando que sería “una vergüenza abandonar a Domicio”. Días después, declararía estar “con el alma en vilo del asunto de Corfinio, donde se decidirá la suerte de la República”.
5º. Mientras Julio Cesar fortificó su campamento. El día 18 recibió refuerzos: la VIII legión, así como 22 cohortes de nuevos reclutas de ciudadanos romanos de la Galia, y otras 7 cohortes de Pompeyo rendidas a Marco Antonio. Ahora Cesar disponía de 3 legiones veteranas y más de 30 cohortes de reclutas, cerca de 30.000 hombres. Creó otro campamento al otro lado de Corfinium, y los unió con líneas de asedio y torres como hizo en Alesia, rodeando la ciudad.
6º Justo entonces llegaron los emisario de Pompeyo, diciendo a Enobarbo que él había desobedecido sus órdenes, poniéndose en grave peligro, y diciéndole que si podía huir, lo hiciese. Enobarbo mintió a sus tropas, oficiales y colegas senadores diciendo que Pompeyo vendría en su ayuda. Pero el semblante de Enobarbo le delató, ya que su actitud temerosa contrastaba con su actitud de los días previos. Pronto se descubrió que planeaba huir con algunos amigos. El día 20 de febrero, las tropas de Enobarbo se amotinaron, y de común acuerdo, pusieron en prisión a Enobarbo, y enviaron emisarios a Julio Cesar, diciéndole estar dispuestos a rendirse y entregarle a Enobarbo.
7º Cesar aceptó, aunque temiendo disensiones o una jugarreta, dispuso a sus tropas a lo largo de las fortificaciones, cubriéndola en su totalidad, y toda la noche transcurrió en una tensa espera. Algo antes del amanecer del día 21, Lentulo Spinther gritó de los muros que quería entrevistarse con Cesar, de quien antaño fue amigo y aliado. Dejándole salir los soldados amotinados, Lentulo le suplicó a Cesar por su vida, recordando la vieja amistad, pero Cesar le interrumpió, diciendo que no pretendía hacer daño a nadie, sino que había invadido Italia sólo “para defenderse de las afrentes de sus enemigos y restituir en su dignidad a los tribunos de la plebe expulsado de Roma”. Animado por ello, Lentulo regresó a la ciudad, y pudo convencer a todos de que no había peligro.
8º. Al amanecer del día 21 de febrero, Lentulo Spínther, Enobarbo junto a su joven hijo, y numerosos senadores con sus hijos, tribunos militares, caballeros romanos y decuriones fueron llevados a presencia de Cesar. Les protegió de los insultos de sus propios soldados, y aunque les lanzó algunos reproches, los dejó a todos en libertad; incluso dejó que Enobarbo se llevase 6 millones de sestercios. En cambio, las cerca de 33 cohortes de Enobarbo prestaron juramento de lealtad a Cesar. Quien un mes y 10 días antes había invadido Italia con una sola legión de 5000 hombres, pero ahora disponía de cerca de 50.000 soldados.
9º. La actuación de Julio Cesar en Corfinium fue una importante victoria militar a nivel político y geoestratégico: Pompeyo, nada más conocer lo sucedido en Corfinium, evacuó Apulia, dirigiéndose a Brundisium, en la punta del talón de Italia, dispuesto a huir a Grecia. Cicerón, en una carta el 27 de febrero, reprocha a Pompeyo toda su actitud: desde no abogar por la paz y provocar la guerra, abandonar Roma y luego no socorrer Corfinium, ni intentar llegar a un acuerdo de paz. Aun así, le manifiesta que “conseguiré que ni la República eche de menos mi apoyo de ciudadano, ni tu el de amigo”, y fue a reunirse con él. Pero otros muchos no lo hicieron, ya que la victoria de Julio Cesar en Corfinium fue sobre todo propagandística: demostró que Julio Cesar no haría un baño de sangre ni siquiera con sus peores enemigos. Y ello le ayudó a toda Italia aceptase su dominio de forma pacífica.
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